
Mons. Oscar Sarlinga hizo alusión en su homilía a la necesaria y vital comunión con la Iglesia, y citó al Directorio para la vida y misión de los presbíteros, de la Santa Sede, en lo referente a la comunión traducida en amor efectivo por el pueblo cristiano que se le encomienda al párroco: “Hombre de comunión, el sacerdote no podrá expresar su amor al Señor y a la Iglesia sin traducirlo en un amor efectivo e incondicionado por el Pueblo cristiano, objeto de sus desvelos pastorales. Como Cristo, debe hacerse "como una transparencia suya en medio del rebaño" que le ha sido confiado poniéndose en relación positiva y de promoción con respecto a los fieles laicos. Ha de poner al servicio de los laicos todo su ministerio sacerdotal y su caridad pastoral, a la vez que les reconoce la dignidad de hijos de Dios y promueve la función propia de los laicos en la Iglesia” (Directorio para la vida y misión de los presbíteros, n. 30).


Mons. Sarlinga exhortó al cura párroco a promover la evangelización y la misión, la caridad social, la buena armonía entre los distintos miembros de la comunidad, respetando sus legítimos carismas y aptitudes, el trabajo apostólico con los jóvenes, el cuidado de los enfermos, el espíritu de la Liturgia conforme a las normas de la Iglesia, la mancomunidad de valores trascendentes y la presencia evangelizadora en los medios de comunicación social. Recordó especialmente el Obispo el deber del párroco de ser ministro de la reconciliación y promover que en la iglesia catedral siempre haya confesores, también con las celebraciones penitenciales en los tiempos fuertes del Año Litúrgico, como son el Adviento y la Cuaresma.

Por último, le pidió al párroco que alimente a los fieles con la Palabra de Dios, con la predicación como «don de la verdad y del amor», a imagen del Buen Pastor, que no vive reprochando sino que carga a la oveja perdida sobre sus hombros y hace fiesta por su retorno al redil (cf. Lc 15,4-7).
No hay comentarios:
Publicar un comentario