Culminó la Vta. Misión Joven diocesana (16 de octubre)
Tuvo lugar en Pilar (ejido urbano de la ciudad, en parroquia de Nuestra Señora del Pilar)
Tuvo lugar en Pilar (ejido urbano de la ciudad, en parroquia de Nuestra Señora del Pilar)
Como   todos los años, la Misión Joven convocó una multitud de jóvenes   misioneros, quienes vivieron la profunda alegría de evangelizar, al   mismo tiempo que afianzaron su fe y compromiso con Cristo y la Iglesia,   de acuerdo con las palabras del Beato Juan Pablo II: “la fe se  fortalece  dándola” (de la Redemptoris misio).
La   logística organizacional, el laborioso y silencioso trabajo de la   cocina y el encargo de la alimentación de los jóvenes, la organización   de las visitas a las familias y las dinámicas de grupo, el equipo   litúrgico y de música, estuvieron a cargo de la delegación de Pastoral   de Juventud y de la parroquia anfitriona, Nuestra Señora del Pilar.
La   Misión Joven es organizada por la pastoral de Juventud (a cargo del P.   Hugo Lovatto con el secretariado diocesano) y con apoyo de la  delegación  de misiones, la puesta a disposición de la parroquia que  pide la misión  y toma a cargo su organización, y el acompañamiento  continuo del Obispo  y de los organismos pastorales diocesanos.
Este   año fueron 527 los jóvenes participantes, entre los cerca de 500   inscriptos en la delegación de Juventud y los restantes “servidores”   pertenecientes a la parroquia.   Durante la misión se tuvo visitas a las   familias del lugar, evangelización y misión realizadas por los  jóvenes,  y algunos actos especiales, de carácter litúrgico, y animación   misionera, así como estuvieron a disposición durante los días de  misión  los sacerdotes diocesanos que, numerosos (más de 20) acudieron  para  administrar el sacramento de la reconciliación.
Las   parroquias del partido de Pilar prestaron una colaboración activa y   muchos de los jóvenes misioneros eran provenientes de ellas, pero   también de parroquias de Zárate, de Campana, de Baradero, de San Antonio   de Areco, de Exaltación de la Cruz y de Escobar.
Durante   la misión se tuvieron también algunos espectáculos, como el musical   católico, a cargo del P. Poli, secundado por los jóvenes de la parroquia   de Nuestra Señora de Pilar, procesión nocturna, y distintas dinámicas   de grupo, que afianzaron a los jóvenes en su espíritu misionero.
En   la misa de clausura, el domingo 16 de octubre, a las 11, concelebrada   por 15 sacerdotes, con la asistencia de todos los seminaristas, fue   presidida por Mons. Oscar Sarlinga y concelebrada por el cura párroco,   Pbro. Jorge Ritacco, el vicario, Mons. Edgardo Galuppo, el Rector del   Seminario, Mons. Santiago Herrera, el decano de Pilar, Pbro. Oscar   Iglesias y otros sacerdotes del decanato y del resto de la diócesis.
En   su homilía el Obispo destacó el espíritu misionero y esperanzador de   los jóvenes, fruto de la presencia del Espíritu Santo, e hizo referencia   al sentido de la misión, a la necesidad de ser “concordantes” (en el   sentido de aportar concordia y unión de los corazones) y “esperanzados”,   antes que “discordantes” y “quejosos”, porque con estas dos actitudes   últimas, la Iglesia no hace misión. Agradeció a todos, autoridades   presentes, a los laicos, especialmente a quienes tuvieron a cargo la   logística de la misión (de la parroquia de Ntra. Sra. del Pilar), al   colegio “Nuestra Señora del Pilar” que prestó toda su colaboración, y en   especial a los jóvenes misioneros, quienes multitudinariamente   participaron de la misa, junto con otros jóvenes y familias de la zona.   También destacó el sentido de la “nueva evangelización”, a la expresión   del Beato Juan Pablo II en la Redemptoris missio (“la fe se fortalece   dándola”) y al anuncio que esa misma mañana había hecho el Papa   Benedicto XVI acerca de la próxima convocación al “Año de la fe”.
A continuación ofrecemos algunos aspectos del Plan pastoral que se refieren a la Misión Joven.
La   «Misión Joven» diocesana, se encuentra en el contexto de nuestra  opción  por la comunión y la misionariedad, que han quedado plasmados en   nuestro «Plan Pastoral diocesano», el cual, en la INTRODUCCIÓN, I:   «ORIENTACIÓN FUNDAMENTAL del PLAN» nos habla en primer lugar de la   dimensión «discipular» a la que nos llama el Documento de Aparecida, a   saber:
“En   este sentido, dicho Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha   pastoral orgánica una dimensión discipular: “Una dimensión constitutiva   del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad  concreta,  en la que podamos vivir una experiencia permanente de  discipulado y  comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el  Papa”.
La   «conversión a Jesucristo» es fundamental para redescubrir el sentido  de  la misión; por esta causa sigue diciéndonos nuestro «Plan»:
“A   los fines de asegurar la vitalidad de esta pastoral ordinaria y   orgánica sobre todo hemos de retomar con energía el proceso de la   reforma y conversión de nuestras parroquias, procurando su renovación en   profundidad y en ámbito evangelizador, aprovechando la totalidad de  sus  potencialidades pastorales para llegar efectivamente a cuantos le  están  encomendados, asumiendo de modo decidido y convencido un «estado   permanente de misión», en primer lugar dentro de su propio territorio”.
Por   supuesto, tenemos una historia, y la vocación por la dimensión   misionera de toda la pastoral hemos venido trabajándola en las distintas   instancias de nuestra Iglesia local desde hace más de tres años. En   nuestro «Plan Pastoral» (en el capítulo I: «EL CAMINO PASTORAL RECORRIDO   NOS ORIENTA, Y NOS ALLANA EL CAMINO POR RECORRER»), en el n. 2, se nos   brindan «Orientaciones programáticas efectivamente realizadas y   re-asumidas en este Plan Pastoral», entre las cuales las siguientes:    -La Misión como una necesidad permanente y una actitud necesaria para la   evangelización de nuestra diócesis. -El impulso de la Pastoral de   Juventud y Pastoral Vocacional -El apoyo a los Movimientos eclesiales en   la diócesis y a su integración en la Pastoral orgánica.  Asimismo, en   el capítulo I, n. 7, cuando se habla de la profundización en la   dimensión evangelizadora de toda la Pastoral, se nos recuerda a todos   que “(…) el Proyecto pastoral debe profundizarse aún más al considerar   el aspecto evangelizador, el objetivo de lograr una diócesis misionera.   También en ese sentido, el «camino recorrido», o la misma realidad   eclesial vivida, tiene mucho para proponernos.  Ya se había reflexionado   sobre la necesidad de la misión entendida en primer lugar hacia dentro   de la misma comunidad diocesana. Ése es el sentido del llamado “estado   de misión”.  En el Mensaje que nos dirigió nuestro Obispo con motivo  de  la apertura del «Año Paulino Jubilar» nos decía nuestro Pastor:   “Este  tiempo de gracia es ocasión propicia también para que  reflexionemos en  la relación esencial entre justicia y caridad,  virtudes inseparables,  tema al cual el Papa le ha dedicado una especial  consideración en la  segunda parte de su Encíclica «Deus Caritas est».  No existe caridad sin  justicia. Al mismo tiempo, el cristiano está  llamado a buscar siempre la  justicia, llevando dentro de sí el impulso  superador que proviene del  Amor, que supone la justicia y la  trasciende. Reaprender a ser justos, a  compartir, a crear condiciones  de justicia y paz, implica abrir el  corazón a Dios y a los hermanos.  Que sea éste un tiempo en que podamos  ver cómo la fe abre puertas  extraordinarias al trabajo por un orden  justo en la sociedad, a una  «caridad social» rectamente entendida y  aplicada, y en particular en lo  referente a los fieles laicos, en la  participación personal en la vida  pública, cooperando con los demás  ciudadanos” (Carta pastoral del  Obispo con motivo del Año Paulino”)   Ahora entonces, fijémonos en la  referencia concreta que hace el «Plan  Pastoral diocesano» a las  misiones juveniles (capítulo I, n. 7):  “La  propuesta y puesta en  práctica de las «misiones juveniles» llevadas a  cabo en distintas  ciudades y localidades de la diócesis por parte de  grupos de jóvenes  misioneros ha tenido una importancia clave en el  conocimiento mutuo, en  el amor por el sentido de la misión, y en la  revitalización de  comunidades católicas que hasta ahora habían sido  visitadas más bien  por otros grupos religiosos o incluso por sectas”.   Conjugando la  Pastoral Litúrgica, con la de Juventud, con la Pastoral  misionera, la  vocacional y la caritativa institucional, fueron  planificadas las  misiones juveniles en el mismo lugar, ciudad o partido  donde iban a ser  celebradas las Fiestas Patronales diocesanas (en torno  al 8 de mayo),  día en que se viene llevando a cabo una entera «Jornada  Pastoral»,  compuesta principalmente por la dimensión catequística,  juvenil y  caritativa”.  Todo un programa de vida y de vida misionera.  Pongamos  aquí nuestro corazón, para que tantos hermanos se encuentren  con la  Palabra de Jesucristo, con la Eucaristía, que se reconcilien con  el  Señor y con la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios,   que se reconcilien con el Amor con el que Dios nos amó, y dén de ese   Amor a los demás, para construir una sociedad nueva.


 
 
